Not seeing a Scroll to Top Button? Go to our FAQ page for more info. Érase otra vez 2.0: Rapunzel y Cris

Rapunzel y Cris

Érase otra vez Rapunzel, una joven guapísima con un pelo tan largo como el conflicto palestino.

Rapunzel vivía su vida despreocupada. Salía. estudiaba, volvía a salir... lo típico en una joven de su edad.

Pero la alegría tiene fecha de caducidad.



En una de sus revisiones médicas le detectaron un tumor. El médico le daba esperanzas, le dijo que con una intervención y un tratamiento agresivo pero eficaz volvería a estar bien.

La chica no daba crédito, no podía parar de llorar, ni siquiera entendía por qué le tenía que pasar eso a ella, qué habría hecho para merecérselo.

Intentó hacerse a la idea, superó la operación, pero el tratamiento posterior no le dejaba levantar cabeza.

Llegaba a un punto en que podía soportar el dolor, las náuseas, el malestar, pero mirarse al espejo y no reconocerse era algo que acababa con ella.

El médico, temiendo por el estado anímico de la chica, pensó que sería bueno que una persona que había pasado por lo mismo hablara con ella. Le concertó una cita con una mujer, Cris.

Casi a rastas Rapunzel acudió y las dos tomaron café. Cris le contó su historia, con sus partes buenas y sus partes malas. No era nada como lo que cualquiera le podía haber contado antes.

Ni siquiera era sólo lo que le contaba sino cómo lo hacía, lo que trasnmitía, esa fuerza y valentía. La mujer incluso hacía bromas, bromas que algunos tacharían de insensibles, pero que a ella, al estar por encima de todo eso le resultaban graciosas. Rapunzel rió con ella.

Tras este encuentro tan mítico como emotivo, Rapunzel comprendió que la vida era demasiado corta como para vivirla con miedo y que daba igual su aspecto, sus ojeras, el haber perdido el pelo, porque lo único que realmente la hacía preciosa era echarle huevos y enfrentarse a sus miedos.

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