Érase
otra vez, una niña que pertenecía a una banda de traficantes llamada la
caperuza roja. Esta chica era la hija de la máxima representante de la banda,
por lo que la llamaban “Caperucita roja”. Su función en la organización era
mensajera y transportaba mercancía de alto valor a un cliente llamada "La
Abuelita” que vivía en un territorio cercano.
Un día
su madre le mando un paquete de estupefacientes muy potentes para “La
Abuelita”. Antes de marchar le recordó que tomara el camino del bosque ya que
había menos probabilidad de que la interceptaran familias rivales o la policía.
Caperucita cogió su gabardina roja y salió por la puerta.
Caperucita
roja caminaba por el bosque y cada dos
por tres miraba si la seguían. Cuando iba a medio camino apreció un prestigioso
policía al que apodaban “El lobo” por sus infiltraciones en los operativos. El
lobo interrogó a caperucita y esta contó que solo llevaba unos cupcakes para
su abuelita, pero el astuto lobo no la creyó. Este le preguntó la localización
de la casa de La Abuelita y decidió acompañarla. Anduvieron un tiempo, entonces
el lobo vio que estaban dando un rodeo y que Caperucita no quería llegar al
destino. Decidió separarse y continuar él por su cuenta y llegar antes a casa
de La Abuelita.
El Lobo
llegó a casa de La Abuelita y entablo una conversación con ella. La Abuelita
estaba cansada del mundo ilegal y aceptó la propuesta de El Lobo de acogerse a
un programa de protección de testigos. El plan de El Lobo era sustituir a la
Abuelita cuando Caperucita llegase y pillarla en acción. El Lobo se disfrazó de
La Abuelita y se acostó en la cama a esperar.
Caperucita
llegó pero notó algo extraño, la puerta estaba abierta. Entró y se dirigió a la
cama donde estaba la Abuelita. Llegó y se dispuso a recitar el código secreto
de intercambio. Caperucita comenzó:
-Abuelita,
¡que orejas más grandes tienes!- exclamó.
-Son
para oírte mejor- contestó El Lobo.
-Abuelita
que manos más grandes tienes- continuó Caperucita.
-Son
para cogerte mejor- volvió a contestar El Lobo.
-Pero
Abuelita, ¡Que boca más grande tienes!- volvió a exclamar Caperucita
-Son
para comer mejor-finalizó El Lobo.
El Lobo
sabía la contraseña ya que La Abuelita había cooperado con él y le había
informado. Tras finalizar la contraseña Caperucita sacó la mercancía y es
cuando El Lobo se abalanzó sobre ella y la arrestó.
Cuando
El Lobo estaba a punto de pedir refuerzos para llevar a Caperucita a la
comisaría, para interrogarla sobre la banda, apareció por la puerta “El
Cazador”. “El Cazador” era el sicario de la banda de la Caperuza Roja.
El
Cazador aporreó al lobo y le dejó inconsciente. Entre él y Caperucita le
llenaron los pies de cemento y lo arrojaron a un río próximo.
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