Érase
otra vez, tres cerditos albañiles que se habían quedado parados tras la crisis
de la construcción. Estos tres cerditos vivían con su madre cerca del bosque una
zona inhabitada.
La madre
vivía con una pequeña pensión que no le daba para llegar a fin de mes. Además estaba cansada de ver como sus hijos no hacían nada y
se pasaban días mirando la televisión. Entonces, decidió que se tenían
que ir, que ya eran mayorcitos para seguir viviendo a costa de su madre.
Los tres
cerditos se fueron y pensaron donde podrían vivir. Como al lado de la casa de
su madre había un bosque decidieron hacerse cada uno una casa con lo que les
quedaba del finiquito del anterior trabajo.
El
primer cerdito, se hizo una casa de paja, para abaratar costes y poder luego
irse a tomar unas copas con sus hermanos.
El
segundo cerdito, se hizo una casa de leña, para que le sobrara para irse luego
de fiesta con sus hermanos.
El
tercer cerdito, decidió que iba a gastar todo lo que le quedaba en una buena
casa de ladrillo aunque luego no pudiera irse con sus hermanos.
Una vez
terminadas las casas llegó un lobo que era inspector de hacienda. Este lobo
sospechaba que las casas se habían hecho de forma ilegal y decidió investigar a
estos cerditos.
Fue a la
casa del primer cerdito y preguntó por los permisos de obra. El cerdito
aterrorizado salió corriendo de la casa y el lobo consiguió una orden y
derrumbó la casa.
Fue a la
casa del segundo cerdito y preguntó por los permisos de obra. El cerdito
aterrorizado salió corriendo de la casa y el lobo consiguió una orden y
derrumbó la casa.
Los tres
cerditos se aguardaron en la casa del tercero a la espera de la llegada del
lobo. Pero el tercero como era más listo pensó que si no que abría la puerta y
se hacían los ausentes el lobo se iría. El lobo llamó y al ver que no había
nadie pensó echar un vistazo por la chimenea. A esto que los cerditos pusieron
a calentar en la chimenea un caldero con agua hirviendo. Cuando el lobo cayó se
achicharró.
El lobo
salió corriendo al hospital donde le dieron la baja. El nuevo inspector de
hacienda que le sustituyó era un íntimo amigo del tercer cerdito e hizo la
vista gorda.
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